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#RolEnCasa

Roloctubre 2021 – Relato participante “El pozo”

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Roloctubre es un evento narrativo de Rol en Casa. Hay dos formas de participación: en narrativa escrita y en narrativa oral (en video). El plazo de inscripción es hasta el 15 de octubre del 2021.

Este es un relato enviado para participar. Te invito a leerlo por completo, pues es parte de la narrativa de la comunidad. Si te gusta, comparte el artículo en tus redes o déjame un comentario donde lo hayas visto publicado.

¡Espero también participes!

El pozo – Relato de Roloctubre

Al entrar por primera vez en el monasterio y dar el recorrido por las partes que se nos permitió visitar, el primer lugar al que nos llevaron fue al pozo. Es un pozo ordinario y sin agua, se encuentra en el centro de la enorme edificación y al acercarnos el fondo no se lograba ver, pero los monjes nos prohibieron rotundamente bajar ahí dentro, la soga era de un grosor mayor al de mi mano y el cubo que antes se utilizó para extraer el agua pendía en el aire, inmóvil. Trek mi pequeño geko saltó de mi hombro, pero lo atrapé en el aire, cosa que me hizo acreedor a mi primer llamado de atención por parte de uno de los monjes, tomó a Trek y se lo llevó.

     ―No se permiten mascotas dentro del monasterio, lo liberaré afuera en el campo, quizá después se vuelvan a encontrar ―dijo el monje con una sonrisa de maldad.

Después del recorrido, pasamos al comedor donde todos los que deseamos aprender a leer, escribir y magia, debemos asistir a ciertas horas sin demora. En la parte de atrás se encuentra un estanque. Al medio día, después de varias clases, ya cuando el sol se encuentra a mitad del cielo nos indicaron que fuéramos a tomar un baño y fue ahí, en el agua tibia del estanque, donde los monjes nos dejaron solos a todos los pequeños, que los rumores comenzaron.

     ―Dicen que en el pozo hay una enorme bestia, y que la liberan por las noches para que se alimente de los pequeños que no están en los dormitorios. ―Dijo uno de ellos y saltó al estanque.

     ―Eso no es cierto ―contestó otro de los de nuevo ingreso ―mi hermano estuvo aquí, y una vez me contó que es un túnel que te lleva al pozo que hay en el centro de la plaza. Él y uno de sus amigos una vez escaparon por ahí para librarse de un castigo, pero alguien los vio y los delató. Una vez que salieron del otro lado, cuatro monjes ya los esperaban, los capturaron y pasaron la peor noche de su vida, los monjes les dijeron que habían corrido con suerte, pues muchos no lograban salir por el pozo de la plaza.

     ―Todas son patrañas ―dijo uno más, pero él no era de nuevo ingreso ―todos saben que el pozo es una tentación para medir si los nuevos estudiantes son aptos para aprender magia, una prueba que aquellos que quieran graduarse deben pasar. Pero ustedes no soportarían ver lo que hay al otro lado del espejo de agua que se encuentra en el fondo. Yo las he visto, son criaturas horrendas, criaturas que nunca podrían imaginar. Soy Grison y si son valientes, esta noche lo demostrarán.

     ―Basta de cuentos. Vayan a su siguiente clase, Tersen ya los debe estar esperando en la primera sala al entrar en el corredor. ―dijo un monje que arreglaba el jardín, dio media vuelta para seguir en su labor.

Durante el día estuvimos de aquí para allá y de una clase a la otra, pero al anochecer el chirriar de la puerta del dormitorio nos despertó al abrirse, una luz tenue de un color ámbar muy pálido entró. Y después él, Grisón. Uno de sus dedos era el que emitía esa pequeña y leve luz que nos deslumbró a todos en cuanto nos incorporamos en nuestras camas. Era obvio que ya sabía algunos trucos de magia.

     ―¿Están listos para bajar al pozo? ― dijo en tono bajo, para que su voz no hiciera eco en el corredor. 

Yo no le di demasiada importancia, pensé que solo lo había dicho en el estanque para llamar nuestra atención y meter miedo en los recién llegados. Nadie contestó.

     ―No estaba equivocado ―dijo enseguida ―todos ustedes son unos cobardes. Ninguno de ustedes tendrá la capacidad para graduarse, no hay una pisca de valor en sus pequeños cuerpecillos.

     ―Yo iré ―contestó el pequeño a mi costado derecho ―ahí abajo no hay nada.

     ―Yo también iré ―dije, bajando de un salto de la cama de paja.

     ―Síganme. El resto se puede olvidar de su título de magia.

Avanzamos en dirección al pozo de manera sigilosa y aprovechando las sombras que las antorchas no alcanzaban a alumbrar. Una vez que estuvimos ahí me llevé una grata sorpresa, Trek mi pequeño amigo, estaba en el filo del cubo que pendía sobre el pozo. Pareciera que nos estaba esperando.

     ―¡Rápido, bajen que nos verán los monjes! ―Dijo Grison ―yo bajaré el cubo, ustedes entren en él.

     ―¿Tú no vendrás? ―preguntó mi compañero ―¿Cómo sabremos que buscar o por donde ir para ver las criaturas que según tú hay allí abajo?

     ―Yo bajaré por la cuerda, una vez que los baje a ustedes.

Tomé a Trek lo llevé a mi hombro y entramos en el cubo, Grison nos comenzó a bajar despacio y no mintió, después descendió él por la cuerda.

     ―Síganme, ―se pasó delante de nosotros y avanzamos una distancia considerable por una especie de túnel, extrañados, pues él nos había hablado del fondo y de un espejo.

Finalmente llegamos a un claro, era otro pozo y este era más profundo, en el fondo tenía agua. Trek, mi querida lagartija saltó, un salpicón se levantó en el agua y no lo vi más.

     ―¡Ups! Dile adiós a tu amigo el escamoso ―dijo Grison ―esperen a que los monstruos se asomen.

Se escucharon voces bajo el agua y al acercarme más, vi que del otro lado se veían ramas de árboles, aves pasaban por momentos volando y sobre el árbol y las aves, parecía haber otro cielo, como si nuestro mundo fuera la cara de una moneda y del otro lado hubiera otro mundo, otra cara de la moneda y en ese otro mundo era de día. Precisamente una moneda cayó dentro del agua, tirada desde el otro mundo, pero ahí se quedó suspendida. Tras la moneda asomaron un par de rostros horrendos, totalmente sin pelo, uno parecía ser mayor que el otro y hablaban un idioma extraño. No tenían manchas, el pequeño era el único que tenía manchas, muy pequeñas alrededor de sus ojos y no brillaban como las nuestras. Aquellas criaturas lampiñas y blancas eran realmente repulsivas.

     ―¿Qué son? Pregunte.

     ―Son humanos, pequeño alebrije. Son aterradores, ¿No es cierto?

Autor José Manuel Vázquez

*Este texto se crea para el evento narrativo Roloctubre de Rol en Casa. Por favor no reproducirlo ni copiarlo, es una creación original de un miembro de la comunidad.

Juego y narro rol hace más de 20 años. Creé la comunidad de #RolEnCasa para generar espacios de rol virtuales y presenciales, para novatos y veteranos, sin importar el lugar. Un pequeño universo rolero en el que todos podemos aportar mucho.