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#RolEnCasa

Romper los cercos: comunidad y el futuro del rol en Colombia

Reflexión sobre cómo los intereses particulares fracturan la comunidad de rol, y propuestas concretas para descentralizar y fortalecer el hobby en Colombia.

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Este es el cuarto artículo de una serie que nació de una necesidad urgente: hablar con claridad sobre el gatekeeping y la exclusión en los espacios de rol en Colombia. En el primer artículo, expuse la opacidad en los procesos de selección para eventos como SOFA y la falta de criterios transparentes que permitan a todos participar en igualdad de condiciones.

En el segundo artículo, profundicé en el debate comunitario que surgió a raíz de esa primera reflexión, explorando las voces diversas que se sumaron y las tensiones que evidenciaron la polarización del ecosistema rolero nacional. El tercer artículo analizó lo que queda tras el ruido: las lecciones aprendidas y la urgencia de construir espacios más inclusivos, plurales y éticos.

Ahora, en esta cuarta entrega, quiero centrarme en algo que atraviesa toda esta discusión: cómo los intereses personales y particulares, cuando se anteponen al bien común, fracturan la comunidad, impiden el diálogo honesto y perpetúan dinámicas de exclusión. También propongo caminos concretos para construir un ecosistema rolero más amplio, descentralizado y verdaderamente comunitario.

Intención de este artículo: mirar más allá del conflicto

Mi intención no es alimentar polémicas ni alimentar bandos. Escribo esto porque creo firmemente que el rol en Colombia puede y debe ser un espacio de encuentro, creatividad y respeto mutuo. Pero para llegar allí, necesitamos reconocer cuándo nuestros propios intereses, amistades o lealtades personales están contaminando el debate colectivo.

Este artículo es una invitación a la reflexión honesta: sobre cómo nos relacionamos en comunidad, cómo debatimos, y cómo construimos juntos. Es también una propuesta concreta para ampliar el alcance del rol en el país, descentralizarlo y fortalecer a los creadores y grupos independientes que sostienen este hobby con pasión y compromiso.


El rol como acto político: disputar mundos y reconocer al otro

Jugar rol es un acto político. Lo es porque implica imaginar colectivamente, tomar decisiones sobre quién participa y cómo, y construir narrativas que reflejan valores, conflictos y visiones del mundo. En la mesa de rol se disputan poderes, se negocian roles y se crean comunidades efímeras pero intensas.

Sin embargo, esa dimensión política del rol no debería convertirse en un campo de batalla para invalidar a quienes piensan diferente o pertenecen a otros grupos. La política del rol debe ser la de la escucha, el debate respetuoso y la pluralidad, no la de la descalificación, la polarización o la apropiación de voces ajenas.

Cuando el rol se vuelve un terreno para juegos de poder, cuando se usa para cerrar puertas en vez de abrirlas, pierde su esencia. El rol nació como refugio para quienes no encajábamos en otros espacios. Convertirlo en un club exclusivo, regido por lealtades personales y círculos cerrados, es traicionar su espíritu original.


Lo personal sobre lo colectivo: el caso de los videos de ScrollCast

Un ejemplo claro de cómo los intereses personales pueden distorsionar el debate comunitario es la respuesta de JP, creador de ScrollCast, a mi primer artículo editorial sobre gatekeeping. JP y yo fuimos amigos cercanos durante más de una década. Compartimos mesa de juego, proyectos y conversaciones sobre el futuro del rol en Colombia. Esa historia común hace aún más desconcertante lo que sucedió después.

Lo que pudo haberse resuelto con una conversación privada, un llamado de atención o incluso un desacuerdo respetuoso entre colegas, se convirtió en la oportunidad para hacer dos videos públicos (parte 1 y parte 2) que desvirtuaron completamente el sentido de mi artículo, desdibujaron la queja sistémica y demostraron un disgusto personal evidente, pese a que en ningún momento mi texto señaló a ScrollCast ni a ninguna comunidad específica.

Análisis de los videos: falacias y distorsiones

Los videos de JP presentan varios problemas que vale la pena señalar con objetividad:

1. Victimización exagerada y construcción de “cruzada”
JP transforma el reclamo de transparencia en una narrativa de persecución (“los que decimos la verdad somos excluidos”), utilizando estrategias discursivas típicas del populismo de derecha y figuras como Trump: polarizar, radicalizar y movilizar el resentimiento en vez de proponer diálogo.

2. Falacia del hombre de paja
El video distorsiona mi artículo, presentándolo como una queja personal por no haber sido seleccionado, cuando en realidad es una demanda sistémica por procesos claros y rotativos que beneficien a toda la comunidad, no solo a Rol en Casa.

3. Apropiación de vocería comunitaria
JP asume hablar en nombre de “todos los excluidos”, sin mandato ni representación real, reproduciendo así otra forma de gatekeeping desde el polo opuesto.

4. Radicalización del lenguaje
El tono oscila entre el humor irónico y el dramatismo extremo (“la gripa está fuerte, pero el chisme más”), generando un ambiente de urgencia emocional que impide el análisis sereno y constructivo.

5. Omisión del conflicto de intereses
JP tiene una relación cercana y pública con Zantiago Echeverri, miembro de la familia organizadora de SOFA. Esta amistad aparece en podcasts, intros de videos y colaboraciones constantes. Este vínculo explica por qué JP tomó personal una crítica que nunca fue dirigida a individuos, sino a procesos institucionales.

Conclusión sobre los videos

El discurso de JP refleja cómo los intereses particulares y las lealtades personales pueden contaminar el debate público, desviando la atención del problema real (falta de transparencia) hacia narrativas emocionales de persecución y antagonismo. Esto polariza, divide y debilita a la comunidad en lugar de fortalecerla.

Lo que más me duele no es el desacuerdo en sí, sino la forma: convertir una crítica sistémica en ataque personal, desvirtuar públicamente el trabajo de alguien que conoció durante años, y hacerlo sin intentar siquiera una conversación previa. No cuestiono el derecho de JP a opinar ni su trabajo como creador de contenido, pero sí señalo la responsabilidad que tenemos todos de no instrumentalizar el debate comunitario para defender amistades o intereses personales, especialmente cuando esos intereses están directamente vinculados con quienes gestionan los espacios que se están cuestionando.

Si una amistad de más de una década no fue suficiente para abrir un canal de diálogo antes de la confrontación pública, entonces queda claro que lo personal se impuso sobre lo colectivo, y eso es precisamente lo que debilita a nuestra comunidad.

JP, reconociendo nuestra historia y la amistad que hemos compartido durante más de una década, quiero extenderte una invitación sincera a que, pese a nuestras diferencias, podamos reencontrarnos en el respeto mutuo. Construir juntos, o al menos sostener nuestras discrepancias de manera honesta y cuidadosa, es la única vía para fortalecer esta comunidad que ambos amamos y defendemos. La diversidad de opiniones es valiosa, pero debe expresarse siempre desde la apertura y el diálogo, para que la comunidad crezca en igualdad y pluralidad.

Construir comunidad más allá de los intereses personales

¿Cómo construimos entonces una comunidad sana, plural y resiliente? La respuesta no está en ganar debates o imponer visiones, sino en crear condiciones para que todas las voces puedan expresarse, ser escuchadas y contribuir.

Principios para una comunidad inclusiva

1. Transparencia en los procesos
Eventos, convocatorias y selecciones deben tener criterios claros, públicos y verificables. La opacidad alimenta la desconfianza y las acusaciones de favoritismo.

2. Rotación y diversidad
Ningún grupo debería monopolizar espacios año tras año. La rotación garantiza frescura, pluralidad y oportunidades para proyectos emergentes.

3. Declaración de conflictos de interés
Quienes tienen vínculos cercanos con organizadores o tomadores de decisiones deben declararlo públicamente al participar en debates sobre esos espacios.

4. Debate respetuoso y sin falacias
Podemos estar en desacuerdo sin recurrir a descalificaciones, victimizaciones o manipulaciones emocionales. El debate sano fortalece, el drama polariza.

5. Reconocimiento del trabajo comunitario
Valorar y visibilizar el esfuerzo de todos los grupos, especialmente de aquellos que trabajan sin reflectores ni recursos, sosteniendo el hobby con pasión y compromiso.

Descentralización y creación independiente en Colombia

Para romper los cercos del gatekeeping y la centralización, necesitamos descentralizar el rol en Colombia. Esto significa:

Crear eventos independientes en regiones

Bogotá no puede ser el único epicentro del rol colombiano. Ciudades como Medellín, Cali, Bucaramanga, Barranquilla, Pereira y muchas otras tienen comunidades activas que merecen espacios propios. Fomentar festivales regionales, encuentros locales y jornadas de juego descentralizadas fortalece el ecosistema nacional.

Apoyar la creación de juegos y contenidos indie

Colombia tiene talento creativo suficiente para desarrollar juegos de rol propios, aventuras originales y contenidos que reflejen nuestras narrativas, culturas y realidades. Apoyar a estos creadores, comprar sus productos y visibilizar su trabajo es fundamental para no depender exclusivamente de importaciones o eventos comerciales.

Diversificar las plataformas y espacios

No podemos dejar que un solo evento, por grande que sea, monopolice la relevancia del rol en el país. SOFA es importante, sí, pero no debe ser el único espacio válido. Fortalecer alternativas, multiplicar oportunidades y descentralizar el poder son pasos necesarios para una comunidad más equitativa.

Una herramienta para conectar y visibilizar

Una iniciativa concreta que propuse en este artículo es la creación del Mapa del Rol en Colombia. Este proyecto busca visibilizar a todos los grupos, creadores, eventos y espacios de juego del país, conectando regiones y facilitando la colaboración entre comunidades.

El mapa es más que una herramienta técnica: es un acto político de inclusión y reconocimiento. Es decir a cada grupo, en cada ciudad, que importa, que existe y que forma parte de un ecosistema nacional más amplio. Es también una forma de descentralizar la narrativa, mostrar que el rol colombiano no se reduce a Bogotá ni a un par de eventos grandes, sino que es un tejido vivo, diverso y extendido por todo el territorio.

Invito a todos los grupos, masters, jugadores, creadores y organizadores a sumarse a este esfuerzo. Mapear nuestra aventura es mapear nuestra comunidad.

Conclusión: el futuro que queremos construir

El rol en Colombia está en un momento crucial. Podemos seguir permitiendo que los intereses particulares, las amistades y las lealtades personales fragmenten y debiliten el ecosistema, o podemos decidir construir algo más grande, más plural y más honesto.

Creo firmemente en la segunda opción. Creo que podemos crear una comunidad donde todos tengan espacio, donde el debate sea respetuoso y constructivo, donde los procesos sean transparentes y donde nadie tenga que elegir entre lealtades personales y el bien común.

Desde Rol en Casa, seguiré apostando por esa visión. Seguiré escribiendo, organizando, conectando y mapeando. Seguiré defendiendo la pluralidad, la transparencia y la ética comunitaria, aun cuando eso genere incomodidades o desacuerdos.

Invito a cada lector, a cada jugador, a cada creador, a sumarse a este esfuerzo. Construyamos juntos el futuro del rol colombiano: descentralizado, inclusivo, diverso y verdaderamente comunitario. La aventura apenas comienza, y hay espacio para todos en la mesa.

Camilo Mendivelso
Fundador de Rol en Casa

Juego y narro rol hace más de 20 años. Creé la comunidad de #RolEnCasa para generar espacios de rol virtuales y presenciales, para novatos y veteranos, sin importar el lugar. Un pequeño universo rolero en el que todos podemos aportar mucho.