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Roloctubre 2021 – Relato participante “Los vampiros de Mira”
Roloctubre es un evento narrativo de Rol en Casa. Hay dos formas de participación: en narrativa escrita y en narrativa oral (en video). El plazo de inscripción es hasta el 15 de octubre del 2021.
Este es un relato enviado para participar. Te invito a leerlo por completo, pues es parte de la narrativa de la comunidad. Si te gusta, comparte el artículo en tus redes o déjame un comentario donde lo hayas visto publicado.
¡Espero también participes!
Los vampiros de Mira – Relato de Roloctubre
Las aguas están tranquilas y el muelle se aproxima rápidamente. Desde la pequeña ventana del camarote se puede ver la isla: casas hechas de madera en un estilo que solo podría considerarse artesanal, caminos de tierra y piedra que llevan todos al centro del pueblo, un puesto de vigilancia acompañado por una casona a punto de derrumbarse (ese es el puerto), y un letrero que ha perdido su color. En letras grandes que solían ser rojas y ahora parecen marrones: “Bienvenidos a Mira. Una isla de ensueño”.
Mira es la última parada de este barco pesquero. El capitán sabe que en cuestión de minutos podrá volver al mar y olvidarse de este islote que ha sido olvidado por los dioses. Solo por un segundo, siente lástima de los habitantes, pero cuando ya aquellos muchachos han desembarcado, levanta el ancla y deja que la marea lo aleje.
Todo el lugar huele a sal y lo primero que se ve son gatos. Gatos de todas las razas y colores. Gatos que se montan en los tejados hechos de latones de metal y cabuya; gatos que se esconden entre las plantas y la maleza al ver a estos extraños caminando. Gatos que caminan en conjunto a una sola dirección.
Siguiendo a los felinos, y con una sinfonía de puertas que se cierran y miradas que juzgan, se puede llegar a lo que los habitantes usan como plaza central. Una especie de parque con palmas secas y juegos infantiles fabricados con tubos de metal y plástico. Y al final de esta plaza se levanta una iglesia, que parece ser el único edificio estable en toda la isla.
Cubierta de blanco y perfectamente mantenida, se alza por encima de la mayoría de casas. Las puertas rojas brillantes abiertas completamente. Los gatos entran de uno en uno, atraídos por una fuerza que los envuelve y no los suelta por ningún motivo.
Adentro, la iglesia no es muy grande. Algunas bancas de madera que se ven incomodas. El atrio está hecho de mármol, cubierto de telas doradas y verdes, como si una ceremonia fuera a tener lugar. En las columnas hay incrustados unos candelabros con las velas derretidas y en los cristales, mosaicos de arcángeles.
De espaldas, en el altar, una figura: un hombre de pelo largo y vestido como un sacerdote.
Lentamente se da la vuelta.
Los ojos verdes. La piel blanca. Una barba canosa. En la mejilla izquierda una cicatriz. Una quemadura que más bien parece como si la garra de algún monstruo hubiera arrancado la piel a tiras y solo hubiera dejado la carne viva y sangrante de aquel hombre.
Tose un par de veces. Y habla. La voz es ronca, dolorosa. Las cuerdas vocales siendo continuamente arrancada y vueltas a recomponer de una manera incorrecta y tortuosa.
“Por fin” dice mientras levanta uno de los gatos y lo empieza a acariciar. Sus uñas están sucias y mal llevadas. “Los he estado esperando. Los hemos estado esperando”.
Las puertas de la iglesia se cierran de golpe. Y el hombre no está solo. Personas vestidas de negro cierran cualquier zona de escape. Hombre y mujeres con las pupilas arrancadas. Un hoyo negro sin vida donde deberían estar sus ojos. Y la misma cicatriz de aquel sacerdote.
“Bienvenidos a Mira”. Las figuras ciegas permanecen en sus lugares, mientras el sacerdote se acerca, caminando lento, pero de una manera segura. Sus pasos resuenan en el suelo de cerámica tan brillante que ese hombre se puede reflejar. Y ese reflejo muestra no la cara desfigurada, sino una bestia pálida, de ojos rojos y de colmillos largos y amarillentos. “Espero que tengan la mejor de las experiencias”.
El hombre se ríe. Una carcajada profunda y extraterrenal y extra temporal, que hace sacudir los vidrios. Los gatos permanecen en su lugar como lo hacen también sus acoliticos. Una sonrisa torcida, de dientes desiguales y faltantes, afilados de una manera barbárica.
Las luces de la noche se filtran por las ventanas. Las campanas de la iglesia suenan por todo el pueblo.
“Me presento…” sus ojos cambian de verde a rojo “…mi nombre es Bael”.
Un viento abre las puertas. Los acólitos se ríen de una forma gutural y se puede ver que sus lenguas han sido cortadas.
Bael habla por última vez: “Que disfruten el juego”.
Afuera, en el cielo, se alza la luna llena. Los habitantes del islote van saliendo despacio de sus casas. Las aguas siguen tan tranquilas como siempre han estado.
Autor Andrés Pineda C.
*Este texto se crea para el evento narrativo Roloctubre de Rol en Casa. Por favor no reproducirlo ni copiarlo, es una creación original de un miembro de la comunidad.