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Roloctubre 2021 – Relato participante “Cuando canta el gallo”

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Roloctubre es un evento narrativo de Rol en Casa. Hay dos formas de participación: en narrativa escrita y en narrativa oral (en video). El plazo de inscripción es hasta el 15 de octubre del 2021.

Este es un relato enviado para participar. Te invito a leerlo por completo, pues es parte de la narrativa de la comunidad. Si te gusta, comparte el artículo en tus redes o déjame un comentario donde lo hayas visto publicado.

¡Espero también participes!

Cuando canta el gallo – Relato de Roloctubre

Antes de que el alba llegue estaré muerto.

Hace algunas horas, ni bien entrada la mañana, justo en el segundo canto de mi gallo, salí a trabajar a la parcela, armado con mi azada en una mano, una bolsa sobre mi hombro y un sombrero. Es un trabajo duro pero todos debemos buscarnos la vida en el imperio y, si tengo suerte, mi esposa, Adelina, podrá salir  a vender algunas hortalizas en el mercadillo del pueblo antes de la sexta campanada, momento en el que las calles comienzan realmente a tener vida.

Salvo por algunos trabajadores como yo, o los borrachos locales, las calles se encuentran desoladas, y es que faltan poco menos de tres horas para que el sol aparezca, es por eso que odio el verano, las noches se acortan y termino levantándome más temprano, maldito gallo, debe aprender a cacarear un poco más tarde, es más preciso que esos relojes de péndulo de los nobles, ni se diga del reloj del viejo campanario. Y fue por eso, por levantarme temprano, que ví algo que no debía, a escasos metros de la entrada a mi terreno estaban dos hombres frente a un fuego, cocinando y devorando el cuerpo cercenado de un humano.

No lo ví, me niego a haberlo visto, pero cuando las imágenes recorrieron mi cabeza una vez más no pude negarlo, los sujetos llevaban chalecos oscuros con botones claros y una resplandeciente banda blanca que atraviesa su pecho, la vestimenta obligatoria de los guardias de caminos del imperio. 

Entre mordidas y un par de risas los hombres interactúan entre ellos, mientras los fluidos de la carne a medio cocer caían sobre su ropa, oscureciendo más y más esa banda blanca..y al mismo tiempo me petrifico, mirando esa grotesca escena, mi cuerpo se comienza a helar, a pesar de estar ya entrados en el séptimo mes.

Pasa un tiempo hasta que mis sentidos comienzan a captar el exterior una vez más, mi cabeza estalla con un dolor punzante y un líquido caliente sube por mi pecho y se acumula en mi garganta. Suelto lo que tengo en mi mano para cubrir mi boca y como puedo salgo corriendo, intentando resistir el impulso de vomitar.

Atravieso los callejones del pueblo, donde salvo mis gemidos y resoplar, todo se mantiene en silencio, un par de cuadras antes de llegar a la plaza, vacío el contenido de mi estómago, y mientras el sonido borboteante choca contra las piedras de la calle, esa escena vuelve a mí.

Hasta el día de ayer, yo había saludado a esos dos hombres de vez en cuando, Norman y Guiscard, los guardias de caminos que se habían instalado hace un par de meses. Algunas veces los podía ver temprano, cuando iba a labrar o ya entrada la noche, teniendo un guiso y cervezas en la taberna local, ¡No puede ser! Si fui capaz de reconocerlos, ¿ellos me identificaron a mí también? No, estaba muy oscuro, no habría forma en la que me pudiesen haber visto y mientras pienso eso, un sudor frío recorre mi espalda, mi mano recuerda la sensación de soltar algo y mi oído recrea el sonido del metal chocando contra el suelo, si, mi azada quedó atrás.

Me levanto del suelo y corro hacia mi casa, siento como mi cuerpo comienza a calentarse poco a poco, tal vez por la carrera, tal vez porque el sol amenaza con aparecer de un momento a otro. A lo lejos, se escucha el campanario sonar 5 veces.

Llego a mi casa y despierto a mi mujer, no le explico nada, pero le pido que tome el carromato de las 6 y vaya al pueblo de sus padres, mi cara está llena de sudor, mis ojos saltones y desorbitados y mi esposa demasiado preocupada, pero al ver mi rostro horrorizado no pregunta nada.

Cojo la bolsa con todo el dinero que teníamos y se lo doy, esas monedas poco más pueden hacer además de pagar un lugar en el carromato y tal vez un par de comidas. Adelina sale de la casa, mientras los primeros rayos de sol aparecen por el este y mientras veo a mi mujer dirigirse a la plaza, el gallo comienza a cantar. Tal vez, si hubiese vendido a ese viejo animal unos días antes ahora mismo podría ir junto a mi esposa, pero ahora eso solo es un arrepentimiento pasajero.

Salgo de casa e intento perderme entre los callejones, pareciendo un mendigo que pueda pasar desapercibido y poco antes de las 9 aparecen Norman y Guiscard en la plaza, informan de la atroz muerte de un hombre y me marcan como sospechoso, se encontró en la entrada de mi parcela el cuerpo y una azada llena de sangre, en este punto saben ya que tanto yo como mi esposa estamos dados a la fuga y que la casa está vacía.

De una forma u otra he logrado mantenerme oculto las últimas horas, pero se que si no dan conmigo rápidamente, comenzarán a seguir a mi esposa, mientras más minutos pasan más me vuelvo loco, el dolor de cabeza no ha cesado y el estrés está destruyendo mis nervios, cuando los rayos de sol desaparecen por el oriente me dirijo a mi casa y enciendo una vela, sé que mis vecinos pronto informarán a esos guardias y más pronto que tarde mi cuerpo yacerá frío, tal vez incluso me devoren, al igual que aquel hombre. Mientras mi corazón late con fuerza y la agonía se convierte en llanto, el gallo comienza a cantar. Pero, ¿eso es un canto? No, no lo es, el animal me está hablando.

Sus cacareos son claros en mis oídos, son susurros de algo más, algo oculto, algo prohibido, si al final de cuentas pronto dejaré este mundo, no está tan mal dejarse seducir por sus palabras.

Y mientras pienso eso, siento como mi cuerpo comienza a cambiar, poco a poco mis piernas dejan de serlo, para dar paso a unas patas de ave, ¿realmente está pasando o solo está en mi cabeza? No lo sé, pero me siento más fuerte, mi boca se endurece con una sonrisa desquiciada. Mi cuerpo se deforma, puedo escuchar pasos en la calle que se detiene frente a mi casa y se dirigen a la puerta.

Sí, antes de que el alba llegue yo estaré muerto, pero no seré el único que lo haga.

Autor Naeri Dzib

*Este texto se crea para el evento narrativo Roloctubre de Rol en Casa. Por favor no reproducirlo ni copiarlo, es una creación original de un miembro de la comunidad.

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